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Cadena de valor de la empresa: INVIERTE en lo que te hace ganar dinero

¿Qué es lo que le hace ganar dinero a una empresa? ¿Los productos o servicios que vende? ¿La gran fuerza de ventas que tiene? ¿Ser los más competitivos en el mercado? O tal vez, ¿puede ser una mezcla de todos estos factores?


La cadena de valor podemos definirla como el conjunto de procesos que integran toda la actividad, productiva y administrativa, de una compañía. Es decir, todas las actividades desde el origen de la venta hasta el cobro de la misma.


La cadena de valor está dividida en actividades primarias y actividades de soporte. Las primarias son las actividades directamente relacionadas con el deber ser de la empresa; es decir, aquellas que están involucradas directamente con el “core” del negocio. Las actividades secundarias son las que dan servicio a la misma empresa: recursos humanos, finanzas, desarrollo de tecnología, compras de equipo, etc. Este tipo de actividades pueden ser subcontratadas para minimizar la carga laboral y maximizar las utilidades.


Todos somos un eslabón dentro de esta cadena de valor de la compañía, y nuestro desempeño es lo que fortalece o debilita a la cadena, lo que se transforma en el éxito o fracaso de la empresa.


Cadena de valor


¿Cómo sé si la cadena de valor de mi compañía es fuerte?


Lo primero que hay que hacer es identificar cada uno de los eslabones (procesos) de la cadena de valor. Conocer y entender a profundidad las actividades del negocio nos da la capacidad de poder analizar dónde somos fuertes y dónde no lo somos tanto.


Cuando identificamos los procesos ineficientes podemos emprender acciones correctivas para fortalecer estos eslabones. La magnitud de las acciones depende de qué tanto se tenga que corregir, y más importante aún, qué tanto se quiere mejorar.


Una cadena de valor que funciona adecuadamente es como el mecanismo de un reloj: cada parte trabajando independientemente, pero con un objetivo en común.


Necesito hacer correcciones en mi cadena de valor, ¿dónde empiezo?


Las necesidades de cada empresa son diferentes, por lo que para saber dónde empezar hay que saber primero a dónde se quiere llegar. Pareciera un párrafo de una canción, o una cita literaria, pero es una realidad que hay que trazar primero los objetivos para tener un punto de partida.


Establecer un plan estratégico para corregir las diferentes ineficiencias que se hayan identificado permite a la compañía seguir operando de manera normal sin que la implementación de los cambios afecte negativamente a las áreas sobre las cuales se está trabajando.


Este plan estratégico, así como la identificación de las correcciones necesarias nos previenen de gastar dinero en “soluciones” que no remediarán el problema de fondo.


Ya implementé la estrategia, ¿qué sigue?


Como en todos los proyectos de una empresa, deben establecerse indicadores que sirvan para cuantificar el éxito de los cambios. Éstos son acordados con antelación para tener una base objetiva en la evaluación del cambio, y poder hacer correcciones oportunas si fueran necesarias.


Todas las empresas tienen su cadena única de valor; sin embargo, no todas son capaces de distinguirla y explotar al máximo cada uno de los eslabones, aprovechando sus recursos para potenciar sus utilidades, con el simple hecho de reducir al mínimo las ineficiencias en sus procesos.


Invertir en fortalecer la cadena de valor siempre traerá beneficios sostenidos para la compañía, pues se invierte en procesos que garantizan el aprovechamiento de los recursos actuales, la fluidez de la comunicación y procesos entre diferentes áreas, y la reducción de posibles ineficiencias dentro de la empresa.

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